Wisin & Yandel Sobrios y Humildes

Wisin y Yandel
Wisin y Yandel son estrellas internacionales de la música, pero a juzgar por la sencillez de su camerino puede pensarse que las luces no terminan de sorprenderlos.
El espacio reservado para ellos, en el que casi no permanecieron (subieron al escenario 15 minutos después de la llegada al estadio y se fueron inmediatamente después del show) fue sobrio y apacible. Todo blanco, con pufs y sofás, algunos cuadros no muy chillones y un espejo enorme. También hubo que colocar un plasma de 39 pulgadas y una PlayStation. Los juegos fueron lo más llamativo.
Parecidos fueron las instalaciones para los bailarines y los músicos (en todos los casos hubo calefacción).
En ninguno de los camarines se sirvieron bebidas alcohólicas ni hubo pedidos de comidas absurdas, como piden muchos artistas. Agua, gaseosas cola, bebidas hidratantes y variedades de té fueron los requisitos en cuanto a bebidas. Galletitas dulces, tablas de quesos y fiambres (abundante) y frutas fueron las comidas rápidas disponibles para todos.
Antes del recital, alrededor de las 19.30, mientras esperaban al dúo, algunos músicos y los técnicos cenaron pastas o asado (de vaca y de pollo), con ensaladas regadas con aceto balsámico y aceite de oliva.
El camarín de Wisin & Yandel, finalmente, quedó casi intacto y la PlayStation fue apagada sin que la hubieran usado. Ellos dos pasaron por allí para cambiarse de ropa una vez durante el show, y al finalizar se pusieron prendas secas y abrigadas para irse. Nada más.
“Son bastante tranquilos y tienen buen trato con la gente, aunque casi no los vimos”, contó una de las asistentes que se movió por esa zona.

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